Blog académico – Enero 2022
Sería antinatural pensar que al educador le basta la indignación ante algún supuesto para considerar válida su posición al respecto. Se menciona el término antinatural pues se debe partir de la concepción filosófica de Educación.
Es así que, si un educador se resigna en el solo hecho de emitir opinión ante algún fenómeno o en la empatía, faltaría a la naturaleza misma que debe caracterizarla. Se sabe que la diferencia de clases sociales ha existido siempre y que probablemente se perpetúa, pero desde la condición de educador se puede cambiar, aunque sea parcialmente, dicha realidad. Una de las características principales de todo educador es el saber percibir e interpretar lo que le rodea, para utilizar esa información como comparación, referencia o medio de enseñanza; es por ello que debe tener una postura fuerte y concreta ante un problema social sobre todo cuando es global.
Es importante aclarar que el cambio que puede generar la Educación respecto a temas como la pobreza es general, en cuanto su capacidad de solucionarla, prevenirla o agudizarla; por eso el cuidado de vigilar la humanidad y la adquisición de hábitos y virtudes que ambas partes en la relación educativa deben poseer. Además, con el ejemplo mismo del educador se percibirá la actitud madura que conlleva el reconocer que la globalización trae consigo cambios e influencias, al contrario de la aceptación o rechazo total por ignorancia o inmadurez intelectual.
Se mencionó el cambio generado por la Educación, pues esta es capaz de hacer comprender a las partes involucradas en ese fenómeno (causantes, afectados, terceros) el origen, la forma de tolerarlo, sus consecuencias, inteligencia emocional, alternativas para superarlo, oportunidades de desarrollo humano, estrategias para evitarlo y una infinidad de elementos que se le relacionan.
Como se planteó antes, el cambio que se proyecte en la realidad puede ser positivo o negativo, la Educación por su naturaleza evolutiva buscadora de perfección mediante vías éticas y morales naturalmente será guiada hacia el bien. Se debe destacar cómo las leyes aplicables a sistemas de educación (v.gr. superior) contemplan la integración de tres funciones principales: docencia, investigación y proyección social. Dicha relación supone un compromiso inminente para quienes se llaman así mismos educadores, pues mediante la investigación pueden buscar desinteresadamente la solución de un problema común y con ayuda de la proyección social replicar las conclusiones que el estudio (con su carácter humano, moral y ético) obtuvo para el acercamiento al bien común.
En síntesis, el educador debe ser ejemplo de moralidad y por ser parte de la realidad que le afecta no puede ser indiferente ante ese tipo de problemas sociales. Si bien es cierto no podrá inmediatamente o directamente solucionarlos, puede dentro de sus posibilidades, capacidades y virtudes buscar incansablemente su perfección mediante el ejercicio íntegro de la Educación para aportar a la globalización el humanismo del que tanto carece.
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