Clases en línea, un reto y una experiencia de aprendizaje
El año 2020 será recordado por muchos. Una pandemia a escala mundial transformó nuestra relación con el entorno. De pronto, estábamos resguardados en casa. El mayor contacto con el mundo se establecía a través de una pantalla. Nuestras actividades ordinarias estaban calificadas por al adjetivo en línea. Todo era en línea. En la Universidad, de hecho, las clases se alinearon en esa perspectiva. Un reto, por supuesto. Había que continuar.
“Al inicio, las clases fueron bastantes difíciles”, así lo expresa la docente de Diseño Gráfico Publicitario en UNICAES, Marcela García. Cómo poner el micrófono, cómo grabar, qué herramienta era mejor utilizar, fueron algunas de las inquietudes que surgieron en esta etapa. Con el tiempo, el ambiente se fue aclarando. El dominio se fue notando, aunque siempre hubo algo que mejorar.
Un día, recuerda la maestra, tuvo que preparar una clase sobre pinturas, en la materia de Psicología de la percepción. Era la tercera vez impartiendo el curso, pero nunca lo había hecho en vivo, frente a cámaras. “Puse todos los materiales, pensando que todo estaba listo. A la hora de las horas, me faltaba agua, una franela para limpiar, un recipiente. En fin, todo ha sido un aprendizaje. Los estudiantes se han mostrado abiertos en este proceso”, se sincera.
La tarea no se vuelve menos fácil para quien trabaja con números. El profesor Jonathan Rodríguez Guirola, de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, comparte que ha sido un reto dar clases en línea, pero a la vez, es gratificante conocer sobre las bondades y ventajas que presenta la tecnología. “Tengo una pizarra electrónica, en donde desarrollo el ejercicio matemático, como si estuviéramos en un salón de clase real; se va desglosando el ejercicio paso a paso, cada símbolo se dibuja para que el estudiante lo pueda percibir de la mejor manera”, detalla.
El Ingeniero Jonathan considera que la confianza entre el profesor y el estudiante es la clave para generar una mayor empatía en los ambientes virtuales. Durante sus cursos, siempre establece un periodo para consultas y dudas, a fin de retroalimentar los ejercicios vistos en clase. En una de estas consultas, un joven, al final de la clase, le expresó que sus padres habían tenido la oportunidad de ver el desarrollo de su cátedra y que querían darle las gracias por su dedicación y esmero. “Es grato este tipo de experiencias, es mi vocación dar clases”, confiesa el joven profesor.
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