Un gigantesco baile de máscaras
Por PhD. Carlos Mayora Re @carlosmayorare
Con la independencia apareció la Patria.
“Un concepto nuevo [Patria] por el que, con sus actos consiguientes, los nuevos gobernantes políticos y sus habitantes expresaron una estimación de la tierra marcadamente diferente de aquella que prevaleció durante el período colonial. Los salvadoreños, que gozaban ahora de un control sin trabas de su nuevo dominio, se hubieran identificado de buena gana con las ideas expresadas por escritores americanos como Alberdi quien, en un contexto argentino, aclamó con entusiasmo las posibilidades de esta nueva situación: ´la patria no es la tierra. Hemos tenido la tierra durante tres siglos, pero no hemos tenido la patria hasta 1810… La patria es libertad, orden, riqueza, civilización del suelo nativo, organizado bajo la esencia misma y el nombre del propio suelo´”[1].
El concepto “patria” no tiene por qué implicar libertad, orden, riqueza, civilización…
En rigor, el concepto “patria” no tiene por qué implicar libertad, orden, riqueza, civilización… Sin embargo, en la mente ilustrada vivía una especie de conexión necesaria entre patriotismo y racionalidad, y por ello, en el Istmo centroamericano en los años que están a caballo entre los siglos XVII y XVIII, se echaba mano de conceptos que encuadraban y guiaban el pensamiento cultural predominantemente –las ideas que conformaron el Nuevo Régimen francés- para dar razón de lo que se vivía.
Una época que podemos ver con la perspectiva de estos doscientos años que nos separan del 15 de septiembre de 1821.
[1] BROWNING, d., El Salvador la tierra y el hombre, San Salvador 1975, pág. 238
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