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Síndrome de la verborrea infoxicativa: un enemigo fastidioso

Síndrome de la verborrea infoxicativa: un enemigo fastidioso

Plasmar nuestras ideas por escrito no es fácil. Se requiere, además de conocimiento básico de las reglas de escritura y ortografía, un ordenamiento coherente y lógico de las ideas; las cuales deben poner de manifiesto el conocimiento y las intenciones del autor, a fin de despertar el interés en el lector.

Es normal que, al momento de redactar, toda persona sufra – en cierta medida– el síndrome de la página en blanco o bloqueo mental. Aunque este puede ser el principal impedimento al que se enfrenta alguien que desea escribir, cuando de textos académicos se trata, el bloqueo mental es el menor de los problemas; ya que, si bien siempre existe cierta ansiedad ante una página vacía, esto no es nada comparado con el hecho de querer llenar ese vacío con una cantidad exagerada de información. 

A esta peculiar situación, yo la denomino: Síndrome de la verborrea infoxicativa. Si bien este término no existe de manera formal en ningún documento, desde mi perspectiva explica lo que sucede con algunos escritores eruditos: manejan tanta información sobre el tema (tanto a nivel intelectual como documental), que no son capaces de plasmarla de forma clara, breve y concisa dentro del documento. Este síndrome vuelve la experiencia de escribir (y de leer) una actividad tediosa, redundante y abrumadora. Esta es una dificultad de la cual poco se habla; pero que resulta más dañina que el mismo bloqueo mental, pues afecta no solo a quien escribe, sino también al futuro lector de ese escrito. 

Por ello, para evitar en alguna medida el Síndrome de la verborrea infoxicativa es importante recordar que:

  1. “El que mucho abarca poco aprieta”. No es necesario agotar el tema sobre el cual deseo hablar; basta con brindar una perspectiva diferente y propia del mismo. Antes de escribir sobre un tema, tratemos de dar una respuesta breve a las siguientes interrogantes: ¿en qué quiero enfocarme?, ¿a quién deseo dirigirme?, ¿cómo quiero hacerlo (lenguaje, formato, periodicidad, etc.)? y, ¿cuántas palabras/párrafos/páginas serían las idóneas para una lectura ágil y provechosa?
  2. “Menos es más”. Así como una pequeña píldora puede tener la capacidad de brindar un enorme alivio para el paciente, también la información no necesita sobreabundar para ser interesante. Esta debe dosificarse porque, al tratar de explicar y/o detallar mucho sobre el tema, los datos terminan siendo incomprensibles y poco atrayentes.
  3. El interés radica en la relevancia. Al momento de escribir, se deben priorizar aquellos datos generales, pero atractivos que puedan dar un panorama amplio sobre la temática. Aun cuando nuestro escrito esté pensado para especialistas, no sabemos cuántos de ellos dominan los términos que hemos empleado, tienen el mismo bagaje de conocimiento, o cuál es su nivel de familiaridad respecto al tema. Algunas veces es válido “dejar picado” al lector, en lugar de dejarlo “empachado”.
  4. “Los demás no son como yo”. La frase, “Con que yo lo entienda es suficiente”, no debería nunca ser utilizada por alguien que aspire a ser un escritor serio. Debemos estar conscientes de que, por más que lo queramos, no podemos estar siempre a la par de quien nos lee para explicarle de primera mano el contenido de nuestro texto. Por ello, nuestras palabras deben ser claras, puntuales y precisas para evitar ambigüedades, confusiones o dejar vacíos cruciales de información.
  5. La ortografía no es opcional. Este último punto se explica por sí solo. Pero vale la pena añadir que, además del punto, punto seguido, punto aparte, la coma y la tilde, existen muchos otros signos de puntuación que ayudan a darle forma y belleza a nuestro escrito. Incluso – por qué no decirlo – también aportan sentimientos y emociones que, al estar los signos bien utilizados, cualquier lector los puede percibir.

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             Maestra Wendy de Cardona                 Docente Facultad de Ciencias y Humanidades

En mi experiencia personal, la dinámica ha sido provechosa no solo por la disposición y capacitación constante en temas educativos, sino también por el interés de la institución en brindar una enseñanza universitaria integral, tal como lo expone el modelo personalista.

Mi experiencia respecto a compartir el aula con estudiantes que poseen capacidades especiales ha sido todo un reto, ya que no solo se traba de llegar e impartir contenidos, sino de acercarse a ellos con la empatía y la prudencia requerida para identificar sus necesidades educativas, de inserción al ámbito escolar universitario y, en algunos casos, establecer estrategias diferentes para su aprendizaje, según la carrera que han elegido.

 

 

 

 

 

 

                Maestro Francisco Javier Clemente              Docente Investigador Facultad de Ingeniería y Arquitectura

Recuerdo el caso de una alumna con problemas de audición que solicitó permiso para que su madre estuviera presente para transcribir la clase. Investigué cómo incluir subtítulos en todas mis clases, asegurando su plena inclusión. Con otros alumnos con dificultades de aprendizaje, busqué métodos personalizados, logrando excelentes resultados.

Ha sido un compromiso personal y profesional garantizar la inclusividad y accesibilidad de mis clases para todos los alumnos, incluyendo aquellos con discapacidades. Me esfuerzo por conocer a mis estudiantes, identificar posibles discapacidades o dificultades en el aprendizaje y ajustar el material didáctico para respaldar diversos estilos de aprendizaje. Además, investigo y aplico tecnologías que faciliten la participación de mis alumnos.

Considero esencial que como docentes y seres humanos aprendamos más sobre educación inclusiva y mejoremos la comunicación con estudiantes que enfrentan diversos desafíos. La inclusión es crucial para que todos se sientan valorados, y esta dedicación ha transformado la experiencia educativa, creando un entorno donde cada estudiante puede alcanzar su máximo potencial.